Batallas entre hermanos

            La Guerra Civil

 

            El libro “Todos los combates de las guerras civiles argentinas” cuyo autor es Pablo Camogli (Editorial Aguilar, primera edición Julio 2009) contiene una profusa información sobre los aspectos militares de las batallas que se produjeron desde 1813 hasta 1884.

           Se trata de un relato basado en documentos militares que se registraron a partir de los partes de las batallas, como era de rigor en los Ejércitos nacionales desde la guerra de la Independencia en adelante. Del lado Federal  no había partes después de las batallas, salvo cartas de los jefes de los ejércitos populares de las Montoneras. Tampoco hay “Memorias” escritas de los Caudillos riojanos como las de José María Paz, La Madrid y otros.

            El libro contiene valiosa información que permite evaluar el enorme esfuerzo económico que significó la guerra y  pérdida de vidas que provocó hasta que triunfó el modelo centralista impuesto por Buenos Aires y que nos rige hasta hoy.

            “La era rosista –escribe- fue la que registró el mayor promedio de muertos por combate, superando los 200.”    Para el autor las siguientes son algunas de las más sangrientas batallas de nuestra historia”:

 

Año     Lugar                          Muertos

 

1829     La Tablada                   1.136

1839     Cagancha                        803

1843     Arroyo Grande             2.077

1840     Quebracho Herrado      1.536

1841     Angaco                        1.250

1852     Caseros                        1.200

1880     Puente Alsina              1.200

1871     Ñaembé                          755

 

            En el cuadro de Batallas por región se indica lo siguiente:

 

Litoral + Buenos Aires             230 batallas

NOA                                         78

Cuyo                                         43

Córdoba                                    30

Chaco                                        26

Pampa  Patagonia                       24

 

            Subrayamos NOA, Cuyo y Córdoba por ser los escenarios donde los riojanos fueron protagonistas durante décadas, y si bien sus montoneras estaban integradas también por hombres de San Juan, Mendoza, San Luis y Catamarca, el grueso lo formaron los riojanos.

            Una carta del Zarco Brizuela a Rosas le dice que en La Rioja habían muerto ya 1.500 hombres al año 37.

            En cuanto a la cantidad de batallas por provincia que se lee en el libro (pág. 317) el primer lugar lo ocupa Buenos Aires con 82, le sigue Entre Ríos con 59, Santa Fe con 43 y La Rioja con 30; además, San Luis con 16, Catamarca con 15, Tucumán 15 y San Juan 12, en todas con protagonismo de los riojanos. Pero no se registran las numerosas escaramuzas y pequeños combates que se suscitaron a lo largo de la guerra, particularmente en las últimas campañas de resistencia del Chacho antes de su asesinato en 1863. Tampoco se registran los muertos en la batalla de Vargas en el ejército de Felipe Varela integrado por numerosos riojanos.

            El libro, incluye toda  la guerra interna que se inició en el Litoral, la Banda Oriental y Buenos Aires, en las batallas en Buenos Aires contra el indio, todas las cuales son  parte de la prolongada guerra civil.

            Pero hay un aspecto fundamental que hay que tener en cuenta y es la demografía territorial, la relación del número de habitantes entre el Buenos Aires y el Litoral y La Rioja y el NOA. La desproporción permite valorar la participación masiva de los riojanos en la formación de las Montoneras desde Quiroga contra Lamadrid y Paz, y después en la guerra defensiva del Chacho contra el Rosismo y el Mitrismo, que en las batallas más importantes llegaron a convocar a 3.000 combatientes.

            También hay que tener en cuenta la desventaja entre el armamento y la logística de los ejércitos nacionales y las que disponían los ejércitos populares.

            A partir de  la Revolución de Mayo en todo el país el pueblo está en armas. La guerra de la Independencia demanda hombres y armas. “Hacían falta armas, municiones, pólvora, vestuarios, medicinas, alimentos y hombres, muchos hombres. Fábrica de armas, arsenales, maestranzas, extracción de minerales y demás componentes de una industria militar se pusieron en marcha durante aquellos años  iniciales de la Revolución. En Buenos Aires se instalaron fábricas de municiones, de fusiles (hacían además, carabinas, tercerolas, pistolas, bayonetas, baquetas y chuzas) y de cañones. El interior  también sería escenario de esta incipiente industrialización. En Colonia Caroya, Córdoba, se creó una fábrica de armas blancas que llegó a emplear cercad e 70 personas. En Tucumán funcionó una de fusiles, de corta vida; en Jujuy Belgrano instaló otra de cañones. En Córdoba, el deán Funes gestionó una fábrica de pólvora que obtuvo importantes resultados, por cierto muy superiores a las similares que se probaron en Catamarca, La Rioja y Mendoza.”

            “Sin poder contar con los recursos casi exclusivos que se generaban en la aduana de buenos aires, el único camino posible para sostener la guerra (que duraría hasta 1824) era recurrir a una política de exacciones … de los pueblos que habitaban la zona de conflicto el principal sostén económico de la contienda. De allí la política de requisas, expropiaciones, impuestos forzosos, etc.. Las guerras civiles heredaron lo peor de este modelo de economía de guerra: la violencia de las requisas, la práctica permanente del saqueo  la apropiación de ganado y cabalgaduras durante las marchas de los ejércitos fueron una constante para la subsistencia de los rivales de turno durante las luchas intestinas.”

            Y antes de finalizada la guerra de la  Independencia, los distintos proyectos de país emergen en un país en armas. Y la guerra al indio se enmarca en la guerra civil.

 “Nuestras guerras civiles son, justamente, la materialización bélica de este conflicto entre proyectos de país que durante la revolución todavía estaban solapados.” (Camogli)

            El libro relata el inicio de la guerra civil en las batallas del Litoral. Buenos Aires rechaza los diputados de Artigas en 1813 (ver el Manifiesto de Artigas) y comienza el enfrentamiento entre Buenos Aires y el Litoral. Dice Camogli.

            “La toma de Montevideo por parte de Alvear,  (17 de junio de 1814) significó la posesión de un gran arsenal: cientos de cañones, 11.000 fusiles, 6.000 bayonetas, miles de cartuchos para fusil, carabina y cañón, casi cien buques de guerra y mercantes y una cantidad considerable de pólvora … además se capturaron más de 3.000 prisioneros y ocho banderas de los regimientos españoles.

            Artigas envió a su lugarteniente Otorgués a tomar posesión de lo que consideraba s capital natura. Pero descubierta una maniobra para tentar a los prisioneros españoles a sublevarse y pasarse a las tropas orientales, Alvear atacó a Otorgués en Las Piedras el 23 de junio, al mando de 200 granaderos a caballo, 200 dragones de la patria y 400 infantes de los batallones Nº 2 y 6. Los orientales fueron vencidos y perseguidos hasta Canelones dejando en el campo, según el parte de Alvear, unos 200 hombres entre muertos y prisioneros, artillería, bagajes, dos banderas, 1.200 caballos, 2.000 cabezas de ganado, fusiles, sables y pistolas y muchas familias.”

            Este enorme bagaje militar quedó en poder de Buenos Aires.

            La guerra contra Artigas que se relata, en la que Dorrego tiene gran protagonismo, y militares sanmartinianos como Zapiola finaliza con el desastre del Directorio y la caída de Montevideo a manos orientales. El 3 de abril el coronel Ignacio Alvarez Thomas se subleva con 1.600 hombres en Fontezuelas y por el resto del ejército del Directorio, bajo el lema: “nos oponemos a hacer la guerra a nuestros hermanos orientales.” Para Artigas la Provincia Oriental debía integrarse al resto de las Provincias Unidas.

            El mismo año Santa Fé se declara  provincia autónoma. Buenos Aires crea un Ejército de Observación para reinstaurar su dominio. Viamonte al frente de una fuerza de 1.280 soldados con una poderosa fuerza militar y una excelente artillería y una escuadra de 5 veleros, ocupa la ciudad de Santa Fe. Mientras Buenos Aires alimentaba esta guerra, el Ejército del Alto Perú era derrotado en Sipe Sipe y San Martín requería apoyo a su proyecto continental.

            La guerra contra “Los Pueblos Libres” del Litoral, alianza entre Artigas, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes continuó. En 1818 el general Balcarce al frente de un ejército de 3.000 hombres con apoyo de una escuadrilla fluvial invade y ocupa Santa Fe. Un  día después López al frente de 3.000 jinetes derrota a Balcarce y a Hortiguera (granadero de San Martín). Aquel se retira a Rosario y el 29 de enero de 1819 abandona la ciudad ordenando incendiarla.

            En la retirada Balcarce se lleva un arreo de entre 4 y 10 mil animales. Se suceden otros enfrentamientos en Pergamino y en san Nicolás ya con Viamonte al frente del ejército de Buenos Aires. “En su regreso, López, devolvió gentilezas y se llevó unas 8.000 cabeas de ganado, en especial ovjeas, según féliz Best.” (Camogli)

            Nueva invasión a Santa Fe; Viamonte es el jefe del ejército. López avanza contra Bustos en Río Tercero en córdoba. Ahora se enfrentan Lamadrid y Paz contra López, todos ellos patriotas de la guerra de la Independencia. Los guaraníes de López no se rinden y son masacrados. Todo el mes de marzo se combatió; la costa santafecina  era un gran campo de batalla. San Martín mientras tanto, seguía paralizado en Chile por falta de recuros.

            Un acuerdo entre López y Viamonte en el histórico convento de San Carlos abre un período de algunos meses de paz. Y de rearme. El Congreso (que había vuelto de Tucumán) sanciona la Constitución de 1819 que es rechazada por las provincias. Pueyrredón entrega el mando a José Rondeau.

 

            En enero de 1820 Artigas abandona la Provincia Oriental luego de Tacuarembó el 22 de enero de 1820. Buenos Aires decide movilizar todos sus recursos contra las provincias del Litoral que desconocen su autoridad. Ordena al Ejército del Norte y al de los Andes que confluyan sobre Santa Fe. Rondeau avanzaría desde Buenos Aires. Un ejército patriota de 7.000 soldados deberían caer sobre las fuerzas federales del Litoral.

            Mientras San Martín ordenaba el repaso de la cordillera de las fuerzas acantonadas en Mendoza y alistaba sus hombres como soldados en los ejércitos de Chile, se produce el “Motín de Arequito” (ver aparte)

            Rondeau y Balcarce del lado de Buenos Aires; Ramirez, López del otro. El Directorio porteño es derrotado, se repliega a San Nicolás donde Balcarce se embarca a Buenos Aires.

            Los Caudillos del Litoral acampan en la mismísima Plaza de Mayo.

            Se firma el Tratado del Pilar. Entre ríos recibiría 500 fusiles, 500 sables, 25 quintales de pólvora (1.150 kilos) y 50 de plomo más parte de la escuadra fluvial. Se cierra el año con 23 batallas y las que más muertos registra: 1.342.

            El incumplimiento por Buenos Aires del Art.1º de Pilar que establecía la elección de diputados para el Congreso Constituyente que debía reunirse en San Lorenzo, vuelve a enfrentarlos. Alvear está aliado ahora as López y 400 hombres de la división chilena de Carrera. Al frente el brigadier general Miguel Soler y el coronel Domingo French. Derrota de los porteños: 200 muertos, 200 prisioneros y armamento. En Buenos Aires está Martín Rodriguez y Dorrego, y Juan Manuel de Rosas. Reorganizan las fuerzas porteñas y Dorrego sale a enfrentar a López y Alvear. Se le suman 600 peones rurales de Rosas.  El 2 de agosto Dorrego cae sobre las fuerzas de Alvear y Carrera que son derrotadas. Sigue su marcha y en Pavón dispersa a López. El 2 de seitembre 1.000 jinetes de López y 600 soldados en El Gamonal las fuerzas porteñas son derrotadas (372 muertos) dejando 148 prisioneros, un cañón, armas, municiones y  2.500 caballos en poder de López.

            En noviembre se firma el Pacto de Benegas.

            En Buenos Aires el fatídico año 20 registra siete cabildos abiertos y 23 gobernadores.

            La guerra civil se extendería como un reguero de pólvora.

            Entre 1820 y 1821 La Rioja, Santiago del Estero, San Luis, San Juan y Catamarca se declaran autónomas.

            El Litoral se  tranquiliza con vacas y reconstruye su economía. Santa Fe recibe 25.000 cabezas de ganado y una cuota mensual de 2.000 pesos (Tratado de Benegas)  que los gobiernos de Buenos Aires pagaron religiosamente hasta 1852.

            Buenos Aires es una provincia más y no cabeza del Estado en formación; “no tendría que “coparticipar” los recursos de la Aduana” (Camogli). La recaudación de Buenos Aires en 1824 es de 2.500.000 pesos. Córdoba, 70.000.

            Pero la lucha contra Artigas es llevada ahora por Ramírez que nombra la “República de Entre Ríos.” Se enfrenta con López. Ramírez manda 2.000 soldados y lleva 20.000 caballos y 70.000 vacas y una escuadra (bergantín belés, tres goletas y numerosos lanchones armados, con los que una avanzada  a Coronda y se apoderó de la caballada de López lo que “le permitió a Ramírez el cruce a nado del Paraná,  el 3 de mayo de 1821, al frente de unos 1.200 soldados.”(Camogli) Ramírez fue atacado por las fuerzas de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires. En Coronda,  Ramírez  con 700 hombres enfrenta a Lamadrid con más de 1.200 hombres y lo derrota completamente; solo escaparon 300 soldados porteños que se sumaron a López que venía de Santa Fe con otros 700 y sorprende a Ramírez en Coronda el 26 de mayo.

            Ramírez escapa a Córdoba donde se reúne con Carrera y juntan 1.000 hombres, se dirigen a Cruz Alta buscando a Bustos donde se enfrentan “sin resultados definidos”.

            Ramírez y Carrera se dirigen a Fraile Muerto (Córdoba) donde se separan. Ramírez sigue perseguido, al Chaco,  donde la leyenda cuenta que por salvar a su mujer, Delfina, es muerto.

            Su cabeza cortada fue enviada en un cuero de oveja a López quien la mandó a exponer en una jaula en las arcadas del Cabildo de Santa Fe.

            La práctica del degüello y las cabezas cortadas habría de repetirse por cuatro décadas más de guerra civil.

            La derrota de los últimos soldados de Ramírez marco el fin de la “República de Entre Ríos”.

            Carrera por su parte siguió su campaña logrando victorias sangrientas por Córdoba y avanzó a Mendoza con el propósito de cruzar la Cordillera. Pero fue derrotado por el coronel José Gutierrez  en Punta de Médanos, norte de Mendoza el 31 de agosto con un saldo de 247 muertos, 240 prisioneros, 400 animales entre mulas y caballos, y 70 mujeres. Fue fusilado el 4 de setiembre.

 

            Así concluía la primera etapa de las guerras civiles.