Las concepciones de la Historia

El análisis de la historia  obedece a distintas concepciones ideológicas y filosóficas. La historia de nuestras guerras civiles han sido tratadas por las concepciones del liberalismo clásico, receptor de las ideas liberalismo triunfante en la gran Revolución francesa y con la revolución industrial en Inglaterra y el ascenso de la burguesía por sobre la aristocracia monárquica y feudal.

La historia argentina está contada en tramos, en forma segmentada o aislada, no como una cadena de acontecimientos. Es una concepción historicista que desconoce que la totalidad de los aspectos naturales, históricos y espirituales del mundo, constituyen un proceso de transformación y desarrollo constantes y de carácter orgánico. En ese proceso, el poder resultante de la lucha de los hombres y sus pueblos ha ido determinando la formación de clases propietarias y el Poder  político que lo detenta. Tanto en la Revolución Inglesa como la Francesa la propiedad  de la tierra, base del poder feudal, fue formando gradualmente  la burguesía naciente, consolidándose en el caso de nuestro país, a partir de la década de los años cincuenta del siglo XIX, pero en forma diferente en las distintas regiones.

               En los países coloniales –como los de Sudamérica- el ascenso de la burguesía con sus ideas de “civilización” comenzó a  manifestarse a partir de las revoluciones anticoloniales, pero tuvo características distintas en cada país liberado del colonialismo español.

               Pero el proceso de ascenso de la burguesía fue diferente en las “Provincias del Río de la Plata”. Desde la creación del Virreynato del Río de la Plata comienza a desarrollarse rápidamente la burguesía en Buenos Aires. El comercio exterior, el contrabando y la penetración inglesa fueron formando la burguesía comercial porteña  lo que tan bien lo explica Juan Agustín García en  “La Ciudad Indiana” (leer Economía y Sociedad).

               La base económica de Buenos Aires y el Litoral (Santa Fe, Entre Ríos y la Banda Oriental fundamentalmente) determinó la formación de las clases que dominarían la estructura política que se impondría en Buenos Aires y el Litoral. Rosas, Urquiza y Mitre, culminando con Roca, reflejan el triunfo de los terratenientes y la burguesía comercial ,  beneficiada por  el control aduanero. Producción ganadera y comercio británico fueron los factores  económicos que generaron el rápido crecimiento de Buenos Aires. Aún en tiempos de Rosas el comercio con Gran Bretaña continuó saludable.

               Las reformas propuestas por Dorrego, que representaba otro Federalismo al punto de sostener la creación de la Confederación como organización de la Nación, no pudieron ser realizadas por el golpe de Estado de Lavalle y los unitarios porteños. (Leer nota sobre Dorrego)

               A diferencia de Buenos Aires, el ascenso de las ideas de la naciente burguesía en las provincias del Noroeste y Cuyo fueron diferentes. El modo de producción dominante en esas provincias fue una continuación del modo colonial. Las “mercedes indivisas” y los “derechos de campo” se prolongaron hasta fines del siglo XX.

Como se analiza en Notas y en Economía y Sociedad, el desarrollo económico en esas provincias estuvo ligado al intercambio comercial con el alto Perú y con Chile en Mendoza y San Juan.

               La Rioja, ubicada en una posición geográfica desfavorable, no podía desarrollarse en la nueva estructura del Virreynato como lo podían hacer Mendoza con Chile o Tucumán y Salta con el Alto Perú. Hasta la Revolución de Mayo La Rioja vivía de sus arreos de hacienda desde los Llanos hacia Chile y disponía de una economía prácticamente  cerrada de autoabastecimiento. Salvo la minería y acuñación de moneda cuyo desarrollo hubiera sido su base económica principal.

A partir de  1820 comienza a sufrir las consecuencias  de la guerra civil que la llevaría a una grave crisis hasta prácticamente fines del siglo XIX. Su minería fue bloqueada por los intereses de Buenos Aires, aún en época de Rosas se bloqueó su minería del oro y la plata y su economía de autosuficiencia fue muriendo lentamente.

               A lo largo del desarrollo de la guerra civil, en La Rioja las ideas de la naciente burguesía se materializaron en las familias residentes tanto en la Ciudad de Chilecito como de La Rioja.  Funcionarios, empleados, mineros, judiciales, gobernantes,  comerciantes, militares, propietarios de tierras en las ciudades y aledaños, fueron conformando la base social –minoritaria- de la burguesía local, la llamada “clase culta” por la bibliografía  liberal.

               Debe tenerse en cuenta que en todas las asonadas, cambios de gobernadores y legisladores, para ser elegido gobernador o legislador se requería  ser propietario y los que votaban en las asambleas convocadas tanto por los Caudillos como por los gobernadores opuestos, debían ser propietarios o demostrar poseer bienes  (propiedades, campos, etc.) asambleas que reunían de 30 a 100 personas o poco más.

               Los índices demográficos de los Departamentos de los Llanos, de Famatina, de Arauco , etc. eran superiores (ver Censos) que los de la Ciudad de La Rioja o de Chilecito donde los sectores de la burguesía liberal eran minoría.  El poder real de los Caudillos estaba basado en los grandes poseedores de tierras y ganados de esos Departamentos;  lo era Facundo Quiroga como los Fernández (su familia era a su vez gran propietaria), los Tello, los Llanos, y demás apellidos que se suceden como protagonistas de la historia, de uno u otro bando. En el Oeste los grandes propietarios fueron los Dávila, Ocampo, Brizuela y Doria, Chumbita, y otros protagonistas que se enfrentaron entre sí por el control de la riqueza, la tierra y el agua.

               En ese proceso se fueron perfilando los sectores burgueses que finalmente confluirían con el liberalismo porteño después de Pavón.

Otra  concepción

               El surgimiento del marxismo a mediados del siglo XIX introdujo un análisis diferente basado en la concepción materialista y dialéctica de la historia. En 1848 aparece el Manifiesto de Marx y Engels;  el mismo año el primer trabajo de Darwin y Wallace (El origen de las especies) y se produce un enorme desarrollo de las nuevas ciencias: geología, biología, paleontología, geografía, etc.

               Los pensadores pre marxistas, los socialistas utópicos (Saint Simon, Fourier, Owen, etc.) tuvieron expresiones primeras y fugaces con el pensamiento de Esteban Echeverría en plena vigencia del régimen de Rosas. De ahí su libro “El dogma socialista”.  (Ver Economía y Sociedad)

La concepción liberal de la historia argentina comenzó a ser cuestionada  a fines del siglo XIX y ya  entrado el siglo XX  se desarrolló  la concepción “revisionista” que se fue desenvolviendo  a lo largo del siglo pasado.

               Quedaron delineadas así dos concepciones historiográficas de la Argentina que perduran.

               En 1937 se publica el libro “El factor económico en nuestras luchas civiles” del socialista Jacinto Odone quien dice en su Introducción:

               “Me ocupo en el presente trabajo de la influencia del factor económico en las luchas civiles argentinas, que desde Mayo a Pavón tuvieron por escenario el suelo de la República.

               Para llevar a cabo esta tarea, cuyas conclusiones, como verá el lector, presentan esas luchas bajo un matiz muy distinto del que actualmente conocemos, he estudiado los acontecimientos a la luz de la interpretación materialista de la historia –punto de vista desde el que se colocan hoy los que anhelan hallar la verdad en materia de investigación histórica – a fin de establecer si esos acontecimientos tuvieron alguna relación con la economía de la población, con la producción de sus elementos de vida, con la circulación de los productos, con los intereses de la burguesía naciente y, en caso afirmativo, en que grado, estos factores, intervinieron en su desarrollo.

               Claro está que no ignoro que otros factores –espirituales, morales, políticos, religiosos- han podido influir, e influyeron, efectivamente, en los hechos.  Pero de esos factores no me ocupo en el presente trabajo, limitándome a estudiar el aspecto económico que fue, a mi juicio, el fundamental.

               No fue la ‘barbarie’ del interior tratando de imponerse a la ‘civilización’ del litoral y especialmente de Buenos Aires –leyenda que en nombre de la verdad histórica debemos olvidar.

               No fue el capricho de ‘un conjunto de caudillejos, de lo más atroz y depravado que puede engendrar la anarquía de un país de masas incultas’ –según asegura uno de nuestros historiadores- lo que durante cincuenta años puso frente a frente los ejércitos de la nación y las ‘montoneras’ de las provincias en una guerra desoladora y bárbara, no. Lo que estuvo en juego en aquel largo y aciago periodo de nuestra historia fueron intereses materiales, proteccionistas y librecambistas. Fueron las barreras aduaneras. Fue la producción y la vida de las provincias, que cada una defendía con los medios que tenía a su alcance. Fueron los gravámenes a la entrada de las carretas en las regiones limítrofes, que junto con los productos llevaban la competencia y la ruina a la región. Fueron los derechos de tránsito. Fue el cierre de los ríos. Fue el bloqueo de los puertos, lo que levantó en armas a las provincias, unas contra otras, provocando los sangrientos conflictos, internos y externos, que sumían cada vez más al país en la desolación y la miseria. –

 

Nota:  Jacinto Odone realiza una investigación exhaustiva y profunda de lo que afirma, (desde la Revolución de Mayo)  pero finaliza su estudio considerando que con la Constitución de 1853 y su modificación en 1860 “fueron halladas las fórmulas económicas capaces de satisfacer los intereses de las catorce provincias”.  En realidad, ello no fue más que el triunfo de las tesis económicas librecambistas, centralistas, de los intereses portuarios, comerciales  y agroganaderos exportadores de la provincia de Buenos Aires y del Litoral.