Los legajos de César Reyes

De los Legajos de César Reyes existentes en el Archivo Histórico Nacional comenzamos  citando la Correspondencia particular 1921-1950

Carta de César Carrizo – Bs. As. Enero 24 1949

Mi  querido amigo: en estas horas de soledad en que vivo, rodeado de dolorosos recuerdos, mi espíritu ha viajado muchas veces en busca del querido amigo. Sólo en mi casa y en el mundo, sin deseos de escribir ni estudiar, siento que los años van cayendo sobre mis hombros, sin que nadie los detenga.

Desde el 21 de noviembre del año próximo pasado, estoy fuera de la docencia, sin que hasta la fecha haya podido conseguir mi jubilación. ¡Me jubilaron de oficio! No importa: ya me he resignado frente a los golpes del destino y a la injustica de los hombres. Ahora, solamente quiero tomarme un descanso. Y es posible que en febrero vaya a La Rioja, a casa de mi hermano.  Aún no sé la fecha. Pero antes, quisiera hacerle una visita a Ud., en su casa, aunque sea unas horas. ¿Habría espacio? Tengo ansias de verlo y charlar mucho sobre temas de historia y de cultura.

Lo abraza su amigo de siempre. César Carrizo

Rivadavia 4213

Carta de Arturo Capdevila  del 27/10/31

Carta del Estudio del Doctor Estanislao Zeballos Sta. Fe 1206  Bs.As :

28 de enero de 1922

(…) Cuando yo abrí mi Estudio en Bs.A., con el doctor Eduardo Costa gran nombre de esa época, solamente tuvimos un cliente. Una familia de negros que nos trajo una testamentaria y cobramos 1.500 pesos de la antigua moneda, equivalentes a 60 pesos actuales, en un año. Después los negros pobres nos pedían tanto socorro, hasta no hace muchos años, que nos costaron mucho más que eso.

Más tarde cuando lo abrí yo solo, en 1880, pasé un año descorazonado, acostándome en el sofá del Estudio, después de una larga fatiga de lectura, como ud. Hace, hasta que un día, con gran sorpresa, vi entrar al potentado Don Saturnino Unzué, que me llevaba un asunto, por el cual cobré diez mil pesos, que a él le pareció sin embargo, poco; y así empecé la nueva jornada que ha dado resultados.    Sigue

Carta del 29 de marzo 1921: (desde M. del Plata)

E.Zeballos saluda afectuosamente a su amigo el Dr. César Reyes y una vez que regrese a Buenos Aires, le escribiré para arreglar definitivamente la sociedad, de cuya aceptación se felicita.

Carta de C.Carrizo  2/10/50 se refiere a su libro  Lancero de Facundo  y otra sobre El Domador

 

Carta de Rafael Ceballos Reyes a su tío César Reyes  (resumida)

4 de Noviembre de 1949

Querido César; te envío estos apuntes escritos el año pasado.

APUNTES  (sobre Federalismo y Autonomía)

“Un destacado publicista, historiador y sociólogo riojano, el doctor César Reyes, autor de aquella célebre tesis doctoral  La Sociedad Argentina elogiada por el elocuente hispano don Miguel de

Unamuno, tesis  que fuera rechazada por doctos teologales de la Córdoba monacal al considerarla  antireligiosa, dice en su interesante trabajo “Los Alcaldes Coloniales y los de la Revolución”:

“El mal del gobierno argentino ha sido y es la demasiada centralización, o por mejor decir, la absorción del Ejecutivo sobre los otros poderes. Para que haya democracia, libertad, es necesario que la máquina gubernamental sea lo más sencilla posible, y que el poder resida en el pueblo. Que el gobierno no sea más que un mecanismo tendiente a asegurar los derechos ciudadanos, pero no a crearlos aquí, anularlos allá, según el color político de los individuos.”

El fervor cívico revolucionario, democrático y representativo de Moreno, Castlli, Echeverría y otros, fue la ubre donde se nutrieron los Alberdi, los López y Sarmientos. Es él la esencia, el espíritu de nuestra concreción político jurídica que se substanció en armonía de intereses e ideales en el crisol constitucional del 53.

El inmortal espíritu montesquiano de las leyes no es otra cosa que la razón contractual humana de que hablara Leibnitz, traducida a la razón social de las comunidades.

Mas la realidad es otra.

El centralismo, vale decir, la omnipotencia del Ejecutivo, resabio feudal, anuló prácticamente el libre ejercicio de nuestras instituciones liberales, llegando así a la ficción federal.

Esta práctica o sistema impuesto por la política presidencialista concretó a través del tiempo los estados feudatarios provinciales. Las misiones federales en su mayoría, asaltos metropolitanos, arrancaron de cuajo el sentimiento autonomista, corrompiendo las conciencias ciudadanas mediante la concesión de posiciones públicas a conglomerados políticos ocasionales. Estos clanes fluctuantes crearon  un ambiente acomodaticio de rapacidad burocrática. Y es el caso de anotar que los espacios vitales conquistados por el centralismo, son refugios de elementos extraños al medio, trasplantes de objetivos  humanos realizados por agencias políticas regeneradoras.

El centralismo se entronizó aviesamente en trance de voracidad absolutista. La Colonia Felipesca resurge de su sombrío Escorial. Es la reserva herencial del régimen teocrático militar de la Conversión de Recaredo que se trasplantara en América Central y del Sur, y que sobrevive tediosamente a pesar del vuelco civilizador que impusiera la doctrina liberal de la Revolución francesa al establecer la concepción del yo como causa y finalidad de toda organización humana.

La controversia entablada entre las individualidades federativasr y el centralismo se reveló con caracteres acentuados, aunque no en forma irreductible de procesos separatistas. Es el choque del principio federatio arraigado profundamente en el alma nativa, con los resabios del centralismo hispano. El germen absolutista tuvo sus virulentas exteriorizaciones que determinaron procesos anárquicos.

En el proceso de nuestra vida institucional, y no obstante la sabia Carta Fundamental del 53 que estructuró el organismo del Estado argentino, produjeronse hechos reveladores de la influencia del sistema de acción de la Corona, reñido con las modalidades, los intereses, la condición geográfica y el espíritu de los pueblos. El metropolitismo español prolongó en América su acción unitaria absorbente. Existe ahora una tendencia reivindicatoria; la venganza histórica: la Colonia con su rancio sistema medioeval; Rosas con su siniestra restauración.

Recordemos un hecho histórico revelador de este proceso. Después de la guerra con Paraguay, la unidad nacional debatíase bajo la acción de fuerzas antagónicas ocasionadas por la influencia de factores geográficos, políticos y económicos aún subsistentes. El embrión de nuestro organismo político debía naturalmente estar sujeto al proceso de su gestación. Hemos de anotar que la condición favorable del medio geográfico, vitalizó la zona frontal de la Nación en la amplitud de su vida, anquilosándose los órganos –provincias- más distantes que integran el Estado. Los gobernantes no supieron enfocar ni comprender este problema esencial de la vida argentina. Por ello es que la desvitalización del interior del País en relación con la Cabeza sigue siendo manifiesta en desmedro de la unidad orgánica. Se produjo así la desfederalización y consigo el unitarismo práctico. Y esto que aún no ven o no les interesa ver a los hombres de gobierno enceguecidos, la mayoría, en el espejismo salobre del océano, tuvo su derivación natural en determinado período de nuestra organización: la controversia habida entre el llamado porteñismo –centralismo- y el provincialismo –federalismo-, con sus consecuencias surgidas de las batallas de Cepeda y de Pavón. 23 de octubre de 1859 y 17 de setiembre de 1861.

Dice el Coronel Roque Lanús en su interesante libro “La Provincia de La Rioja en la Campaña de los Andes”:  Del  choque inevitable ente la tendencia centralista de Bs. As. y los rudimentarios sentimientos de autonomía y federalismo de las provincias resultó la anarquía. La primera batalla de Cepeda en 1820, es el triunfo de la “democracia bárbara pero fecunda”, al decir de Estrada, sobre el régimen de Buenos Aires y sobre las últimas ideas monarquistas, a las que se aferraron muchos hombres ilustres del País en su afán de contener la disolución.”

Estas tendencias en pugna –problema latente- se revela en la nota que el patriota gobernante riojano don Manuel Vicente Bustos, dirigiera con fecha 25 de abril de 1861 al Ministro del Interior doctor Derqui:  ”Las provincias que hoy componen la Confederación Argentina no han sido libres ni el 25 de Mayo ni el 9 de Julio cuando la Nación se hizo independiente; y no lo fueron porque salidas de la dominación del Coloniaje cayeron en la dominación de Buenos Aires, doble, cruel, doble tirano para todos. Las provincias son libres en la realidad desde el 3 de Febrero, después de la batalla de Monte Caseros. La independencia de 1810 parece que fue proclamada para Buenos Aires solamente, porque ella sola gozó del comercio exterior, de la civilización, de las rentas, de la representación nacional y ella sola se hizo rica y grande a la par que dejaba a sus hermanas en la miseria. Esta dominación es la que pretende tomar de nuevo Buenos Aires y he allí dicho de una vez que el objeto de la revolución de setiembre y en constante lucha por disolver la Confederación, para sentar la tiranía doméstica sobre las ruinas de las provincias.”

¿No es este documento sello elocuente de una realidad histórica?

Los gobernantes desvirtuaron el sentido histórico de la nacionalidad. Deslumbrados por el resplandor de la riqueza del país, cayeron bajo la influencia de tendencias ideológicas dogmáticas que no pueden congeniar con nuestra conciencia nacional.

Relacionada con los acontecimientos expuestos, hay una estrofa anónima de la época que traduce con elocuencia este proceso de la vida institucional.

Después del suceso guerrero de Pavón, en el que triunfara definitivamente la Cabeza, es decir, el llamado porteñismo, el gracejo popular motejaba así al llamado provincialismo, derrotado.

La perdimos en Cepeda,

La ganamos en Pavón,

Sacate las ‘ampargatas’,

Ponete las de charol.

Las ‘ampargatas’, no serían acaso las provincias del interior y las botas de charol la gran Capital?

PULPO

Un inteligente y astuto político riojano que desempeñara altos cargos en la Magistratura, y fuera legislador y Jefe de Estado provincial, preguntaba a un comprovinciano, allá por el año 1938, en su domicilio de la Capital Federal, si había posibilidad de organizar en La Rioja una fuerza política.

Al respondérsele que ello era factible en base a elementos universitarios jóvenes, dentro del  ordenamiento institucional  afianzaron la autonomía del Estado federal, como abstraído por una idea fija, y contemplando estático y gozoso desde un noveno piso la gran urbe porteña, bajo la sugestión de una tajante realidad, expresó lo siguiente: ‘Que formidable es este Buenos Aires… Mira, contempla a este pulpo que todo lo atrapa, que juega con los hombres haciéndolos olvidar hasta el propio terruño. Qué ficción atormentadora es nuestro federalismo… Pero la culpa es nuestra. Legislamos para alimentar el pulpo.’

Atormentadora realidad del unitarismo práctico, en lo que veía yo la coexistencia de las ampargatas y de las botas de charol.”

Te abraza: Rafael

 

En 1914 César Reyes publicó  y  envió su Tesis “La sociedad argentina” que  fue rechazada,  a distintas personalidades del país y el exterior entre ellos a Juan B. Justo, Alfredo Palacios,  José Ingenieros, Miguel de Unamuno, Lisandro de la Torre, Carmelo B. Valdéz entre muchos otros. Todos le resoponden elogiando su trabajo.

César Reyes fue promotor de lo que luego sería el gran Movimiento de la Reforma Universitaria, cuyo Manifiesto, fuera redactado por Deodoro Roca, condiscípulo y amigo de Reyes, con quien mantiene correspondencia luego de aquel gran movimiento universitario de 1918.

Lisandro de la Torre le escribe al respecto también y le dice que su madre siempre se refería a “su primo” el Tte. Coronel Marcelino Reyes Saenz.

Raúl  Orgáz también le escribe sobre su Tesis, que finalmente fue aprobada después de la Reforma Universitaria con lo que obtuvo su título de Doctor en Derecho. Ya era Fiscal  en La Rioja.

En el año 1916 hay una correspondencia entre su hermano Marcelino, residente en Tres Arroyos donde fuera Director del Hospital y también Intendente entre 1942 y 1943, cartas y telegramas donde se deduce que desde La Rioja le habían ofrecido  a Marcelino Reyes ser candidato a gobernador, cuando las elecciones que consagraron presidente a Hipólito Yrigoyen.  Aquel no acepta y se establece definitivamente en Tres Arroyos. Allí también residía su hermano Ricardo, farmacéutico y por otras cartas, se conoce de visitas de su hermana Carlota Reyes.

El médico Marcelino Reyes (h) residió en Tres Arroyos, tuvo una hija, Berta, que no tuvo descendencia.

Continuará