EL CHACHO PEÑALOZA, ROSAS Y LAVALLE EN LA GUERRA CIVIL

PRIMERA PARTE

Historiadores argentinos  han  revelado en las últimas décadas la crítica a la historiografía  oficial  que recibimos en  nuestra formación desde la Escuela y la enseñanza secundaria.

Si bien las diferentes interpretaciones sobre el origen de nuestra Nación se remiten más atrás de 1810, la disidencia mayor sobre la interpretación y el relato histórico se profundiza a partir de la primera década de la Revolución de Mayo.

Lo principal que planteamos en nuestra visión histórica, se basa en afirmar que, a partir de 1820, simbolizado diríamos con la muerte de Belgrano y el Motín de Arequito, es el comienzo de la lucha abierta y directa de la Guerra Civil argentina que se extiende prácticamente hasta 1880 con la institucionalización del  Modelo liberal, centralista, portuario y unitario. Y que ninguna interpretación  histórica, ni liberal o federal la define como tal. Guerra Civil que tuvo  episodios de salvajismo y brutalidad espantosas.

Desde el fusilamiento de Dorrego, cuando los vencedores colocaban a prisioneros en la boca de los cañones, pasando por el degüello  liso y llano de prisioneros para economizar municiones, la quema de los ranchos riojanos  por parte de los coroneles de Mitre, el degollamiento del Chacho Peñaloza y el gobernador tucumano  Avellaneda  o el de Maza, y el asesinato de Facundo Quiroga, y un sinfín de brutalidades que sucedieron, porque  la barbarie, es la guerra.  

 

El Modelo portuario  se venía expresando mucho antes de  la vigencia del Mitrismo, y las presidencias de Sarmiento y Avellaneda, con sus luces y contradicciones en el seno de las clases dominantes que se fueron consolidando asentadas en Buenos Aires.

Desde el punto de vista de la base económica que desarrolló y profundizó dicho  Modelo, en el poder, está en los ganaderos del Río de la Plata y del Litoral, donde Rosas y Urquiza son los principales referentes. No sin contradicciones;  Rosas con los federales de la provincia de Buenos Aires (los “lomos negros”) y de Urquiza con los federales “disidentes” del Litoral mesopotámico.

Rosas y Urquiza fueron los terratenientes ganaderos  e industriales  del cuero y el tasajo,   más poderosos  de la historia argentina.

Dicho proceso económico es lo que hemos esbozado  en “La Rioja, Economía y Sociedad”, porque no hay “juicio histórico” si se  deja  de lado la explicación del modo de producción, la propiedad  y las relaciones que ella engendra en la sociedad.

Fue el modelo que crearon décadas del desarrollo económico de la formación de la “República Argentina”; que continuó  inclusive las décadas del ’16 al 30  del siglo pasado hasta  el golpe de Estado de Uriburu, y la década siguiente hasta el ’43, cuando reinó el Pacto Roca Runciman; cuando Lisandro de la Torre enjuició a la oligarquía ganadera, hasta el proceso de cambio en la base económica que generó la segunda guerra mundial con una apertura industrialista y soberanista que duró prácticamente hasta fines de la década de los ’50.

Los hitos de la Patagonia Rebelde, la Semana Trágica en Buenos Aires, la Revolución Agraria del Grito de Alcorta y cientos de huelgas obreras reprimidas y ley de residencia durante el Roquismo,   mientras se consolidaba  la base de la estructura económica agrícola ganadera de la Argentina y el poder político y económico.

No es muy diferente al origen del endeudamiento de la Argentina desde la vigencia de la deuda de la Baring Brothers, de la era del Roquismo que hizo eclosión en la Revolución del Parque en 1890 y el endeudamiento que implosionó en el año 2000.

Exceptuando la década de los años ’40 cuando Argentina fue acreedora del exterior por primera vez en su historia, el país volvió a estar endeudado y dependiente del sistema financiero internacional.

Porque es imposible separar las crisis políticas de las causas económicas más profundas que las generan.